miércoles, 27 de febrero de 2008

Los Museos


En cada esquina, en cada calle hay un espacio cuidadosamente pensado para la exhibición de objetos, obras, cosas para la contemplación y el disfrute del observador. En una ciudad como esta sembrada desde siempre con arte y artistas es fácil sacar esa conclusión pero quiero ir mas allá, en Madrid exponer algo al publico es una puesta en escena notable, es un ejercicio museológico que trasciende la naturaleza de lo exhibido, no importa que sea algo tan corriente como un destornillador, tan exótico como dioses indues de porcelana o tan inexhibible como un barometro, aquí lo logran. En vitrinas maravillosas diseñadas con esmero visible se descubren combinaciones de color, composición y juegos entre las formas de cada cosa que hay con posibilidades que no se me hubieran ocurrido en la vida, la mano del español se nota en la vitrina, no es como los chinos que apilan hasta que en color reventado de sus mercancías hiere el ojo y logra una impresión, aquí se descubre la intensión en la sutileza con que un abanico de sierras está rematado por chipas de cable de colores sobre un fondo de taladros que va de pequeño a grande en la ferretería del barrio y como una docena de jamones curados forma un circulo perfecto acomodados todos con su parte mas delgada al centro y como esa figura se repite en 2 metros cuadrados con las latas de aceitunas, los quesos y las botellas de vino formando así una vista caleidoscopica de los gustos de esta nación bajo un letrero de neón que dice bienvenidos al museo del jamón. Sólo en una ciudad de museos todo puede ser un museo.

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