jueves, 21 de febrero de 2008

La ciudad extraña

Hoy vivo en una ciudad que no es la mía, es diferente en cosas y tan parecida que hasta ha sido sorprendente en ese sentido, lo parecido es cada vez más parecido, las urbes en el mundo tienen tan poco que las diferencie que sólo queda el disfrutar de un paisaje distinto.
Esto lo escribo no en el día uno después de haber llegado y es que cuando pasa la novedad de las vistas, encuentra camino para recorrer la rutina que se pega de la uniformidad de las vidas que tenemos atravesadas por códigos idénticos que sobrepasan inclusive el idioma.
A mi eso me asusta; que mi cabeza encuentre refugio en lo común: en un Macdonalds, en una tienda Nike, en un chocolate Nestle o en un Juan Valdez que tenga que buscar espacio en los resquicios de cabeza que me quedan para tratar de llenarlos de lo que no tengo en donde he vivido. El arte, los museos, la arquitectura son maravillosos pero por ratos me gana la batalla la uniformidad y me molesta , me impide sorprenderme constantemente, y hoy cuando me preguntaron ¿que le ha hecho falta hasta ahora? tuve que responder que nada. y me hace pensar que si en este mundo todo esta a la mano tal vez yo aprenda a no querer nada, tal vez la abundancia y llenarse de lo mismo es el camino al nirvana.

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